9 de junio de 2007


Palmitano ya no quiere que lo llamen más.
Esta cansado de tener que dejar la cama para atender el teléfono 5 o 6 veces por día.
Desespera y pide hablar con algún supervisor.
Exige que lo saquen de la base de datos.
Palmitano es discapacitado, tiene problemas en sus piernas.
Un día me reveló su angustia.
No pude hacer otra cosa que tomarme la cabeza.
Pensando en el porvenir de Palmitano, sugerí que adquiera el servicio o corte su línea.
Siempre hay alguna manera para volverse loco.
Y yo contribuí al sufrimiento de Palmitano.


En trance nuestros ancestros crearon el concepto de imagen.
Dibujaban puntos y líneas, provocadas por una excitación en el cerebro.
Despierto y no recuerdo con precisión lo pasado.
Mi psicóloga indaga en lo profundo de mis memorias.
Un choque entre labios en la esquina de una farmacia.
La criatura deja la pelota al costado de la calle.
Al teléfono, el viejo Palmitano desde su cama postrado, pide clemencia.
Busco un remedio casero para el dolor de muelas.
Más lo niego, más me duele.
No acostumbro a interpretar este lenguaje de sueños.
Palmitano en su interior gritó ¡Ayudenme!