23 de julio de 2007


La anestesia puebleril desembocó en un frió atroz que la naturaleza se encargo de solidificar.
Ya nadie quiere salir de sus casas.
Mucho menos compartir sensaciones, miedos, logros y frustraciones.
Este puñado de personas, esparcidas por este suelo pampeano sin motivaciones, sin estímulos, ve cagar copos de nieve y salta de alegría.
Cuando el astro rey desvanece esa ilusión, autómatas vuelven a empacharse de idiotez, de una modorra constante que los devuelve a ese letargo eterno, infinito, sobre sus vidas.