1 de diciembre de 2009



El que abandona no tiene premio

¿Desde la tribuna del frente podías ver que había lugares vacios?
Achucharrado por el sol en la tubular lateral decidí bajar.
Fue un encuentro fortuito en la cercanía del alambrado (Las jugadas se aprecian mejor estando cerca).
Hay labios que hacen pasar un cotejo a segundo plano.
Partido comprometido.
Clásico y final.
Las miradas van y vienen, casi sin chocar.
Ninguno quiere arriesgar de más.
Me fui con el primer tiempo.
No hubo goles que abrazar.


La platea, un resguardo, de esas ondas que son de dañar pensé.
Y ahí estaba. Ahí me encontraba cuando se sacudió la red.
Vi muchos intrusos que no festejaron.
Una ráfaga de buen fútbol.
Otra vez esa exquisitez que a uno hace dar ganas de volver a la cancha.
Se fue con la tarde y el pitido de un árbitro profesional.
Algo nos unió.
Somos campeones.