13 de abril de 2012



“… en memoria de mi augusto nombre” - Carlos IV Rey de España.
12 de Abril de 1797.

215 años y no aprendimos nada.
Hoy festejamos la historia rosa de La Carlota. La de anécdotas chabacanas, de pacotilla.
Que no van al meollo del asunto.
Y cuando uno lee esas placas de reivindicación a los caídos en nombre de la civilización, junto a otras colocadas en ese lugar, como las de las FF.AA. en el 79 y las del traidor más grande que tenemos, entiende la realidad actual.
El símbolo fálico que tanto ostentamos y enorgullece a gran parte de la ciudad, ni siquiera se usó en nuestros pagos, la localidad de Huanchilla lo reclama desde el mismo momento que lo colocaron en la plaza.
Los que nos cuentan la historia, no entienden el resentimiento del pueblo Ranquel.
Cuanta soberbia, ellos de piel blanca y biblia en mano, que no dudaron en disparar las armas para aniquilar.
Los infieles, los bárbaros, el malón traicionero, así se los recuerda.
Al Cacique Ramón lo referencian por cautivar a la Fermina, pero nunca se habló de sus altos conocimientos en platería, y como aniquilaron esa cultura originaria; que por supuesto en La Carlota y alrededores existió.
Hoy un circuito pedorro, por un fuerte que nunca estuvo ahí.
Por una iglesia, símbolo aún en el 2012, de traiciones, hipocresía y complicidad.
¿Qué les estarán contando a nuestros jóvenes?
Me entristecen muchísimo tener que celebrar esta infamia.
Y a la distancia entiendo porque en La Carlota hay tantos cobardes.
Tanta gente con miedo y vergüenza.
Preocupados por lo que puedan decir los demás en el supermercado, en la peluquería, en la vereda.

Somos los que no recibimos estrellas.
A los que no nos tiembla la voz para denunciar a los corruptos que gobiernan.
Los que ponemos el cuerpo en las problemáticas sociales, sin hacer caridad.
Eso no nos sale.

Hoy, los mismos que ayer con cañón signaron el porvenir de un lugar; con sus actos cotidianos y la complicidad de un periodismo tibio, levantan las banderas de un colonialismo intelectual tan mediocre, como peligroso.
Queremos de una vez por todas cortar con la hipocresía, y la falta de honestidad de los que se golpean el pecho los domingos en misa.
El que dude de nuestras intenciones, siga detrás de esa ficción que le están haciendo creer.
El que entienda nuestros sentimientos que nos acompañe.
Habrá tiempo para vomitar del cuerpo y el alma toda esa contaminación.

No hay comentarios.: