22 de diciembre de 2005



Conocí una chica que me partió el cráneo.
Pero es duendecita, es de otro color.
Tiene unos labios dulces, un aliento feroz.
Sobre todo cuando le echa cerveza.
Ahí si que me rompe la cabeza.
Tímida y desconfiada, entró a mi vida como si nada.
Apenas un día sin verla y comienzo a extrañarla.
Ha dejado el laburo casa por casa, ahora al kiosco a buscarla.
Y cuando se viste en su manto de seda, la beso de mi mejor manera.
Para que se sienta cómoda y entregue su verdadero aroma.
Ella no cree que pueda quererla, pero sin darse cuenta me amarra.
Atala al aura, a su fragancia y ya olvidarla.
Antes de empezar a amarla.
Ya no puede demorar el placer aún más.
Aunque no quiera es parte de mi sueño sin pensar.
Envuelto en fuego, hasta el último sorbo le bebo.
Si el lecho está seco es un dolor de huevos.
Adoro cuando tu cuerpo queda inmutado, adormecido, nevado…
Besarte como esquimal, frotarnos el naso.
Deseo no hacerte daño.
Poder controlarlo, si es necesario abandonarlo.
No quiero correr el riesgo de tu engaño.
El vicio primaveral me atrapó antes de lo esperado…
Quiero no consumirte de mas, para no extrañarte si te vas…

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